Entramos en junio y muchos estudiantes de Bachiller ya han realizado sus exámenes de la selectividad a la espera de conocer los resultados que les permitirán elegir una carrera u otra. Mientras que algunos ya tienen claro en qué matricularse (sea por vocación o conocimiento del sector), la mayoría de veces esta decisión viene sujeta a las salidas laborales que tenga dicha carrera. Y es que hay ciertos grados (como medicina o ingeniería informática) que tienen un nivel de empleabilidad mucho más alto que otros (como bellas artes o periodismo).

Sin embargo, de entre todas, existe una carrera que apenas suele elegirse para estudiar en la universidad pero que su empleabilidad se acerca al 100%. La gallina de los huevos de oro de las ingenierías que, por desconocimiento del alumnado, cada año pierde más matriculados pese a sus salidas laborales: ingeniería agrónoma.

Los datos. Acercándose el verano y el pistoletazo del nuevo curso escolar, quedan plazas vacías en sus aulas. Y es que en los últimos años se ha detectado un marcado descenso en la matriculación para estudiar esta ingeniería, lo que da pistas de que el relevo generacional no se está produciendo. Según datos de la UPM, durante la década de los años 90 se produjo un aumento de estudiantes en todas las ingenierías, incluidas las agrónomas, que eran unos 5.000 alumnos en aquel momento. Entonces experimentó un incremento impulsado por la apertura de nuevas Universidades con esta titulación.

Sin embargo, desde 2005 ese número está cayendo en picado, con un descenso de los matriculados en másteres y carreras, y se sitúa ya en alrededor de 2.200 alumnos, menos de la mitad que hace tres décadas.

Alta empleabilidad. Pero la realidad es que es un sector que mueve 110.000 millones de euros anuales y que no ha tenido paro en ninguna de todas las crisis. Según Adolfo Peña, profesor del Máster Universitario en Transformación Digital del Sector Agroalimentario y Forestal de la Universidad de Córdoba (UCO), “hay una demanda muy grande, es una carrera con un 100% de empleabilidad”. Tal y como apunta el docente en este artículo de EFE, en los últimos cinco años se ha producido un cambio en la mentalidad de las empresas del sector, que ha propiciado un aumento en la demanda de perfiles técnicos para el campo.

El campo necesita ingenieros. Hay que tener en cuenta que nos encontramos en un contexto donde alimentar a una población cada vez más grande se ha convertido en una prioridad económica. Y el campo necesita más ingenieros que tomen decisiones sobre la producción de alimentos, el desarrollo sostenible y el aprovechamiento y manejo racional de los recursos naturales. La sequía es un gran problema actualmente que necesita de cabezas pensantes y soluciones drásticas que solo estos ingenieros pueden llevar a cabo.

¿Por qué? Uno de los principales motivos es el desconocimiento. Los estudiantes muchas veces no saben qué abarca este trabajo y lo asocian a trabajar en el campo,  acaban eligiendo otras ingenierías. Tal como indica Rosario Haro en este artículo de El Español, subdirectora de Ordenación Académica de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agrónoma de la UPM, la Ingeniería Agrónoma es “la gran desconocida de las biotecnologías” y cree que “no se ha sabido transmitir correctamente a los estudiantes en qué consiste la carrera” y su relevancia.

No es lo que parece. Pero lo cierto es que el mundo rural en España se está modernizando a pasos agigantados, ahora con el uso de drones o el control por GPS de cultivos, plantas y sequías. De hecho, es un sector que se parece cada vez más al de telecomunicaciones, incorporando satélites, big data, machine learning, agricultura de precisión e incluso modificación genética. En Ciberpro hemos cubierto algunas de estas temáticas y cómo la tecnología está revolucionando el campo. 

Y es que un ingeniero agrónomo no se limita solamente al estado de los cultivos o la red medioambiental, sino que puede actuar como director de proyectos de obra, de ordenamiento de territorio, investigador de viabilidad medioambiental o como biotecnólogo y microbiólogo. Sin duda, un camino apasionante en los tiempos que están por llegar.

Imagen: Unsplash (William Daigneault)

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