Puede que no los notes, pero están presentes. Y no, no me refiero a cámaras o micrófonos. Me refiero a un tipo de sensor capaz de determinar si estás en una habitación sin necesidad de verte o escucharte. Si alguna vez te has preguntado cómo ciertos dispositivos «saben» que estás frente a ellos sin apenas moverte, hoy te voy a explicar cómo lo logran. Prepárate, porque esto no es ciencia ficción: es tecnología real que ya se utiliza en hogares, oficinas e incluso en vehículos.
Quizás aún no los tengas en tu hogar, pero los sensores de ondas milimétricas están a punto de integrarse en tu vida diaria sin que te des cuenta. No requieren cámaras, no invaden tu privacidad y, sin embargo, pueden detectar tu presencia en una habitación aunque no te muevas en absoluto. Si te interesa la automatización del hogar o simplemente deseas que tu casa sea más cómoda y eficiente, quédate. En los próximos minutos, descubrirás cómo esta tecnología invisible puede transformar por completo la manera en que se encienden las luces, se ajusta la temperatura o se determina si hay alguien en casa. Y sí, sin necesidad de mover un dedo.
¿Qué es lo que detectan estos sensores?
A diferencia de los sensores de movimiento convencionales (como los infrarrojos), los sensores de ondas milimétricas tienen la capacidad de detectar presencia estática, lo que significa que pueden reconocer a alguien aunque no se esté moviendo. Esto marca una diferencia significativa. Estos sensores emiten una señal electromagnética de alta frecuencia (en la banda de 30 a 300 GHz) y miden cómo esa señal rebota en el entorno. Si hay una persona en la sala, incluso si está sentada sin moverse, el sensor lo percibe porque el cuerpo humano influye en esa señal. De hecho, incluso puede detectar el ritmo respiratorio.
Esto los convierte en una opción ideal para automatizar luces, sistemas de climatización o seguridad, sin necesidad de estar saltando para que el sensor te reconozca.
¿Dónde se están utilizando y por qué son tan valiosos?
Últimamente, estos sensores están comenzando a incorporarse en productos de hogar inteligente. Por ejemplo, algunas marcas los están integrando en interruptores o hubs de domótica, ya que son considerablemente más fiables que los sensores tradicionales.
Además, se utilizan en oficinas para gestionar automáticamente la iluminación o el aire acondicionado: si no hay nadie presente, todo se apaga; si alguien entra, se activa de inmediato. Y lo mejor es que no requieren cámaras ni micrófonos, por lo que no representan un riesgo para la privacidad.
Un ejemplo adicional es el sector automotriz. Algunas marcas ya los están utilizando para detectar si hay alguien en el asiento trasero. Esto puede ser crucial si, por ejemplo, un niño o una mascota queda olvidado dentro del vehículo.
Y si cuentas con un sistema de domótica que utiliza Home Assistant, ya hay módulos disponibles que permiten integrar sensores de este tipo y programar acciones más precisas: desde ajustar la iluminación según la actividad hasta encender un ventilador si hay alguien en la habitación.
¿Vale la pena tener uno en casa?
Después de probar uno de estos sensores, puedo afirmar que sí. Me solucionó un inconveniente muy simple pero molesto: las luces del pasillo se apagaban aunque permaneciera allí quieto mirando el móvil. Con este sensor, eso ya no sucede.
Además, no es necesario perforar o hacer algo complicado. Hay modelos que se conectan directamente al sistema de domótica a través de Zigbee o WiFi, y que se integran con asistentes como Alexa o Google Home.
No son tan asequibles como un sensor de movimiento básico, pero tampoco son prohibitivos: por aproximadamente 30 o 40 € puedes encontrar opciones bastante confiables. Y si buscas algo de gama alta, hay modelos que incluso pueden detectar cuántas personas hay en una habitación, lo que abre aún más posibilidades.
